El duelo por la no maternidad surge del deseo de concebir, de tener hijos, y no poder llevar a cabo la gestación deseada.  El resultado es afrontarse a una nueva realidad dolorosa y no esperada para la mujer (y la pareja) en que el anhelo de crear vida y/o tener hijos queda truncada.  

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A diferencia de la no maternidad deseada, escogida conscientemente y por voluntad personal, el duelo por la no maternidad surge de manera involuntaria, a partir de la imposibilidad de cumplir el deseo profundo de gestación y el sueño imaginado de maternidad.   Puede ser el resultado de un proceso de infertilidad o de gestaciones interrumpidas; a causa de una intervención quirúrgica que no permite tener hijos; por motivos de interrupción del proyecto vital en un momento determinado de la vida; por circunstancias diversas que postergaron o interfirieron con la búsqueda de la gestación; otros motivos que imposibilitaron el tener hijos.  

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Con frecuencia desconocida e invisibilizada, y vivida desde la soledad y la incomprensión en una sociedad que fomenta la natalidad, la no consolidación de una maternidad deseada y buscada crea un dolor emocional profundo y real.  La vida sin hijos para quién la ha deseado, necesita tiempo y espacio para ser reconocida, acompañada, visibilizada y compartida.